domingo, 11 de marzo de 2012

Twelve. Inés

Paso la noche en vela, pensando en Harry, y en lo tonta que soy en pensar que puede pasar algo con él. Una parte de mí piensa que no puede ser cierto; otra, la que se parece a María, dice que yo soy maravillosa, genial, y que a él le gustaré como soy; pero otra, la pesimista, dice que a Harry le interesará más Carla, aunque a ella le guste Niall, porque las cosas son siempre así.
Pero el futuro no está escrito, como dicen, y nosotros siempre podemos decidir nuestro destino. Buf, parezco... aburrida y pensativa.
Cuando por fin suena el despertador, no llevo ni dos horas durmiendo. Estoy hecha polvo, pero debo vestirme para coger el tren a tiempo. Abro el armario, pensando en qué ponerme. Después de mucho pensar, mirando el tiempo que hace en Barcelona por internet, me pongo unos pantalones cortos con la camiseta nueva que compré el otro día con Carla. Tiene la bandera del Reino Unido dibujada delante, con algunos elementos típicos del país. A los chicos les gustará ver su bandera, ¿verdad?
Me maquillo bastante, intentando quedar muy bien, pero sin ser exagerada. Mi madre sigue durmiendo, así que no quiero despertarla. Anoche hablamos de que mis planes para hoy, aunque sin ser demasiado específica, así que cojo las llaves de casa y el dinero, y las meto en el bolso nuevo. Cierro la puerta de casa sin hacer ruido, y empiezo el paseo hasta la estación.
Mientras camino me como una de las barritas de cereales que he cogido de casa antes de salir. A pesar de lo que pueda parecer, no me quedo con hambre. Anoche cené pasta, y sigo llena.
Llego a la estación, y, mientras compro el billete, recibo una llamada. Es Carla.
- Hola, Carla- contesto-. ¿Dónde estás?
- Esperando al tren, ¿tú?
Es la única que va a la misma estación que yo, por lo que, si me doy prisa, me encontraré con ella para coger el tren juntas. Corro por las escaleras, y la encuentro sentada en el último banco del andén. Me acerco a ella, y nos saludamos con dos besos.
La observo, y veo que lleva su jersey preferido, el gris con la bandera del Reino Unido. Seguro que ha pensado lo mismo que yo. Espero que los chicos de One Direction no nos digan nada. Pero no le doy mucha importancia, y me siento a su lado.
Empezamos a charlar animadamente sobre lo que haremos hoy mientras esperamos el tren. Siempre van como un reloj, llegando exactamente a la hora prevista. Y ahí llega el nuestro.
Subimos juntas y, puesto que es domingo y pronto, encontramos asientos libres. Cuando vuelvo de clase, cada día, hay muchísimos estudiantes que vuelven a sus casas y, por lo tanto, todo colapsado. Hay mucha diferencia.
Me siento junto a la ventana, con Carla enfrente.
- He tenido una pesadilla- me dice, en voz baja-. Soñé que Niall se reía de mí cuando le abracé. Sé que no ha pasado, que él pareció muy simpático y buena persona, pero... Temo que parezca una fan más, aunque me besara ayer. No sé por qué lo hizo.
La miro, anonadada. Ayer le salió todo perfecto con Niall. Ella y el pequeño irlandés hablaron durante toda la tarde, parecían muy buenos amigos. Y luego el beso... No me atrevo a decirle nada al respecto.
- No te rías- prosigue-, mi subconsciente... Pero no son mis temores, yo no me siento así. Estoy feliz- sonríe, y me río de su expresión. Cuando tiene demasiadas cosas en la cabeza que decir, no puede expresarlo todo y balbucea.
Ahora que lo pienso, Cris debe de estar en algún lugar del tren, así como Liz y Sophie. ¿Y María?
- ¿María está en el tren, también?- le pregunto a Carla.
- No. Su padre iba hoy a Barcelona, así que la lleva hasta Plaza Cataluña. Le hace un gran favor- me responde.
Decidimos llamar a las demás, para ver en qué parte del tren están. Carla llama a Sophie, y yo a Cris. Quedamos en la parte trasera del tren, así no hay pérdida.
Al cabo de un rato aparecen Sophie y Liz, cogidas del brazo y riéndose descontroladamente. Carla y yo ponemos cara de sorpresa.
- ¿Qué os ocurre?- les pregunta Carla.
- Había un chico- explica Sophie entre risas-. Se nos ha quedado mirando un rato, de arriba a bajo.
- Después le ha preguntado a Sophie si tenía novio- prosigue Liz, riéndose-. Era perfecto de altura, por una vez...
Sophie le lanza una mirada de reproche. Se pasa la vida buscando a alguien más alto que ella, pero es una misión casi imposible.
- Pero era horrible- dice Sophie-. Y nos miraba... Era muy poco agradable.
Se sientan a nuestro lado. Al poco rato después, aparece Cris por la puerta del vagón. Nos saludamos con dos besos, y empezamos a hablar de los planes de hoy.
Llegamos a la última estación del recorrido del tren, y subimos las escaleras hasta la calle a toda prisa. María nos está esperando al lado de la farola, y, al fijarme mejor cuando nos acercamos, veo que los chicos vienen por detrás, con gafas de sol. No sé si les molesta tanto el sol porque son ingleses o si las llevan para no ser reconocidos.

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