domingo, 11 de marzo de 2012

Eleven. Cris

A María le suena el teléfono, anunciando que tiene un nuevo mensaje. Todas nos acercamos, curiosas, queriendo saber quién es. Ella se lo mira un buen rato antes de enseñarlo.
María, me ha encantado pasar el día con vosotras. Nos vemos mañana, espero pasarlo aún mejor. Hacía mucho que no pasaba un rato tan estupendo con alguna chica. Liam

- ¡Qué mono!- digo. Todas me miran. Me sonrojo, y veo a María sonreír. Justo ha sonado el teléfono cuando hablábamos de Liam. A María le hace más ilusión de lo que demuestra, seguro. La conozco. Y lo prueba.
- Es... romántico- confiesa lo que piensa. Veo la cara de incredulidad de Liz al oír las palabras de María. No parece ella, es cierto.
Nos damos cuenta de lo tarde que es cuando llegan los padres de Sophie. Le agradecemos la hospitalidad, y cada una llama a sus padres para que la vengan a buscar.
Yo me voy con María, así que espero sonsacarle algo en el trayecto, aunque sin que se entere mi madre. No quiero que me interrogue.
Primero se marchan Inés y Carla que, como viven ambas bastante cerca, se van con la madre de Carla, que viene de hacer la compra. Nos despedimos de ellas y esperamos dentro.
Poco rato después, mientras vemos alguna película de domingo en televisión, llama mi madre al timbre.
- Nos vemos mañana, Sophie, Liz- me despido. María hace lo mismo, y nos vamos.
Salimos de casa de Sophie, y subimos al coche de mi madre.
- ¿Qué tal el día? ¿Qué habéis hecho?- nos pregunta.
Ambas respondemos brevemente, diciendo que “cosas nuestras” y pidiéndole permiso para quedar mañana. Después de mucho hablarlo, hemos decidido quedar en el tren hacia Barcelona. Hemos quedado con los chicos en Plaza Cataluña, a las diez. Así que debemos levantarnos pronto, dependiendo de dónde vivamos, para llegar a la hora. Me despertaré hacia las ocho y media, más o menos, porque si no, no llegaré a tiempo.
Contesto a las preguntas de mi madre evitando una respuesta clara, pero ella es muy insistente. Así que paso y me pongo a hablar con María, en susurros. Después de mucho insistir, ella me confiesa que sí le ha gustado el mensaje de Liam.
- Me ha encantado- dice-. Qué detalle por su parte...
Sonríe. La miro, encantada. Nunca nos ha dicho que le gustara un chico, nunca hasta que llegaron One Direction. Últimamente, ha estado entre Liam y Louis, no decidiendo si le gusta más alguien romántico, sincero y más tranquilo (más o menos lo opuesto a ella) o alguien más divertido, tan loco como ella misma. Pero, ya que ha logrado la atención de Liam al poco tiempo, está eufórica. Me alegro mucho por ella, veo que es feliz. Así que respeto sus pensamientos y también me quedo en silencio, dejándola pensar.
Llegamos pronto a su casa. Sus padres no han podido ir a buscarla, así que mi madre se ha ofrecido. No le importa mucho, si es ayudar... Me despido de ella con dos besos, y quedamos mañana en Plaza Cataluña con todos los demás.
Ella da las gracias a mi madre por traerla y nos dice adiós con la mano. Entra en su casa, y yo me cambio al asiento de delante, ya que me había sentado detrás para hablar con María.
Cuando llego a mi casa, me voy a mi cuarto, donde me tumbo en la cama a pensar. Queda mucho rato para cenar, pero no tengo planeado hacer nada. Saco el teléfono del bolso, le enchufo los auriculares y pongo la música de One Direction. Cuando estoy allí tumbada, tranquila, perdida en mis pensamientos, algo tiene que interrumpirme. Mi madre.
- Cris, ordena la habitación antes de cenar. Esta mañana la has dejado un poco... desastrosa- dice, mirándome fijamente.
Asiento a regañadientes, y desenchufo los auriculares para poder recoger mientras escucho a One Direction. Mi madre pone los ojos en blanco y se marcha, cerrando la puerta tras de sí.
Poco después oigo a mi hermano que llega a casa. Tenía un partido de fútbol con el equipo del colegio. La madre de algún amigo lo habrá traído.
Cuando por fin acabo de ordenar, cantando a plena voz las canciones de mi grupo favorito. Entonces me quedo quieta en el centro de la habitación. “Stand up” sigue su curso, aunque yo me haya quedado quieta. Una idea inunda mi cabeza, emocionándome al darme cuenta de la realidad de la situación.
- ¡Los he conocido por fin!- grito al vacío de mi cuarto.

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