miércoles, 22 de febrero de 2012

Four. Cristina

¡Hemos conseguido el número de teléfono de Louis Tomlinson! No puedo creerlo. Lo necesito, ya. Pero, puesto que no quiero ser una fan pesada, sino conocerlos a todos muy bien, he de controlarme. Miro a Liz, y, suplicante, le pido que me lo deje guardar en el teléfono. Accede y, después de que lo haga yo, todas lo hacen, para tenerlo siempre con nosotras. Liz se guarda el papel en el bolsillo del pantalón.
Carla deja su móvil sobre el tocador más cercano para alisarse el vestido, mientras Inés dice que deberíamos salir de allí. Estamos todas de acuerdo, así que, después de mirar que no haya nadie, salimos al pasillo corriendo.
Esta vez salimos a la calle, y volvemos a entrar al edificio por una puerta lateral, ya que María está muy preocupada por que los guardias de seguridad la encuentren, después de causar la conmoción... Aunque seguro que mañana alardeará de ello. Ella es así.
Volvemos a nuestros asientos, y seguimos observando a los chicos. Louis parece buscar a alguien con la mirada. ¿Será a nosotras? Sin querer, me emociono. ¡Qué tonta soy! Él no se fijará en nosotras, no puede hacerlo, ni ninguno de los chicos. Son demasiado... no se me ocurre ninguna palabra para describirlos.
Cantamos las canciones a pleno pulmón, y algunas de nosotras ya estamos afónicas. Mañana no podremos hablar, de ninguna manera. Hacía mucho que no lo pasaba tan bien en un concierto.
Miro de nuevo el teléfono para asegurarme de que no he perdido el número de Louis. Por si acaso, lo copio en las notas. Estoy emocionada, mañana lo llamaremos y, con mucha suerte, ¡puede que lleguemos a conocerles!
Carla e Inés se dan la mano. Ambas empiezan a bailar al son de la última canción, What makes you beautiful. Ésta es la que más gente se sabe, así que de vez en cuando los chicos acercan el micrófono al público para oírlo cantar. Esto provoca que gritemos aún más. Ya me duele la garganta, pero ha merecido la pena. Inés pone en marcha su última idea. Coge las dos iPads del bolso, la de su madre y la de su tía y, apretando en algunos sitios, consigue que aparezca en la pantalla, mitad en cada una, con letras muy grandes y violetas: “One Direction, we <3 you!!!!”
Es la guinda del pastel, ya que hemos conseguido que se vea desde muy lejos. Harry señala hacia aquí, y los demás nos miran. Entonces Inés ve nuestra oportunidad y grita lo que pone en la pantalla. Estamos demasiado lejos para verlo bien, pero juraría que Harry ha guiñado un ojo. No sé.
Inés parece que se va a desmayar de la emoción. Carla la coge del brazo, mientras María se parte de risa. Liz y Sophie también están un poco atónitas, no acaban de creerse todo lo que nos está pasando esta noche y están un poco nerviosas por tanta atención, ya que más de la mitad del público nos mira.
Oigo a una chica algo mayor que nosotras que comenta unos asientos a la derecha cómo hemos conseguido que nos presten atención. Tiene envidia en la voz, y seguro que María se está pensando algún comentario punzante que hacerle.
Cuando por fin el concierto se acaba, después de algunas canciones que han repetido para su querido público, los chicos vuelven al camerino, no sin antes saludar y decir algo en lo poco que saben de español. Niall sabe más, y es él el que nos dice lo mucho que le está gustando Barcelona. Sonrío. Qué mono.
Salimos del edificio saltando de alegría por cómo nos ha salido todo. Ha sido una noche perfecta.
Saludamos a una compañera de clase que nos encontramos en la salida, y nos pregunta si éramos nosotras las que habíamos hecho lo del mensaje. Inés asiente, orgullosa. También pregunta si sabemos quién ha sido la que se ha subido al escenario, pero esta vez no decimos nada. Hemos decidido guardárnoslo para nosotras. Nos despedimos con un abrazo y seguimos caminando por la acera.
Nos acercamos a la rotonda donde hemos quedado con nuestras madres. Ya son casi las doce, y empezamos a estar cansadas, aunque aún emocionadas con todo lo que ha pasado. Costará mucho olvidarlo. Las farolas iluminan tenuemente la calle, y nos sentamos en un banco a esperar, observando a toda la gente que se marcha del concierto. Hay gente peculiar, madres bastante mayores que no parecen haber venido con sus hijas. Eso hace que me ría. También hay chicos, aunque no tantos. Lo que más abunda son las chicas de nuestra edad, aproximadamente.
Todas permanecemos en silencio durante un rato, extenuadas. Por eso nos sorprendemos tanto cuando suena la bocina de un coche. Miramos hacia la derecha, y vemos a la madre de Sophie en su coche. Poco después, mientras me despido de Liz y Sophie, llega la madre de María, que me lleva a mi casa. Decidimos esperar a la madre de Inés, ya que es demasiado tarde para que dos chicas de nuestra edad se esperen solas en medio de Barcelona.
No tarda casi nada, y, cuando nos despedimos, suena un teléfono. El de Sophie. Ésta lo coge, ante la mirada atenta de su madre cuando ve que es un número oculto. Se da la vuelta para hablar, pero casi nunca hace eso. Se dirige hacia un árbol cercano, pero no tarda casi nada en hablar y vuelve enseguida. Ninguna de nosotras ha entendido bien lo que decía. Así que la miro con expresión interrogante. Sophie hace un gesto para alejarnos de las madres, que han empezado a hablar, y entonces desembucha.
- Era Harry Styles- dice. Todas nos quedamos boquiabiertas-. Carla se ha dejado el móvil en el camerino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario